viernes, 25 de octubre de 2013

Tardes en Marabio




La primera vez que pasé por el Puerto de Ventana fue hace muchos años, demasiados, con un grupo irredento de salmantinos, camino de Quirós y sus placas grises, para quedarnos en La Plaza, en el condado de Teverga. Allí un grupo de irreductibles astures ocupaban la Casa Piedad, refugio de la abuela de un en ciernes miembro del Circo del Sol, abandonada por sus dueños, ocupada por la naturaleza salvaje de estas montañas. Nos acogieron con hospitalidad norteña, regada con cajas de sidra y aderezada de mitos ignotos.


Las xanas, los trasgus y los busgosus empezaron a quedarse entre nosotros. Llevo mucho tiempo convencido que un trasgu se vino conmigo y que me acompaña cada vez que cambio de residencia. El mojabobos de mi tierra hace años que lo llamo orbayu. Y una placa sin gotas de agua ya no es una placa.

El puerto de Marabio preside el valle desde enfrente, los hayedos, ahora en colores que merecen una mirada tranquila al atardecer, colorean las laderas hasta morir a pie de pared. Reino vertical de excelencia.

Había algunas vías de una compe que se hizo a principio de los noventa, me confesaba Raúl, una mañana soleada tomando su tercer café, incapaz de no decir que no, cortesía desde su mirada tranquila, fruto de la paciencia de un valle y una gente sin prisa. La primera reunión la puso Galli en la bóveda, allá en el noventa y dos, echándole valor, eso sí, yo fui el primero que se descolgó abriendo la primera vía, explicaba al segundo sorbo.

Teverga, ha crecido, se he convertido en un referente nacional de la escalada de dificultad y de calidad. Las vías se han ido sucediendo. Las propuestas según se equipaban pasaban a la mofa general sus no encadenes, Circles, nació como 7b, Derecho de Pernada abrió un muro, El malhechor ha quedado como referencia de 8a apretado. Tino, Gallu, el Rocker, Josón completaban aquella primera gente que habitó las bóvedas. El inexorable paso del tiempo ha llevado a cada uno donde le han llevado sus pasos. Se han incorporado nuevos guerreros, otras huestes que ahora siguen mejorando el legado.

Había una campa al lado del campo de fútbol, ahora convertido en el mejor parking, en el concepto explicado mas veces en el blog, del verano. La escuela es una referencia constante y la amabilidad con que se recibe a los visitantes seña de identidad. Conviven empresas de turismo de aventura, alquiler de bicis, caminantes de la Senda del Oso, surfistas que abandonan la playa para dormir y reponer fuerzas en los sitios de la zona, en una zona privilegiada por su clima. No sabéis que de vez en cuando se instala el buen tiempo en invierno y que entre sol y orbayu se dejan escalar las paredes de entrecampos.

Esguila la noche, veniros, comentó Raúl al acabar el café. No dijo más, lo descubrimos ese mismo día. Encuentro de escaladores, amigos y aficionados a ver las estrellas, convocados por el Grupo Aguja de Sobia, nos juntamos a escalar bajo la luz de los focos, beber cerveza y sidra y reírnos en la competición de subirse a una columna de cajas de sidra, el truco es que el concursante las va colocando bajo sus pies y se sube sobre la última hasta que todo se derrumba, más de treinta subió el ganador. Éxito de un club, cuyo presidente es el cafetero habitante de estas tierras desde siempre, y sobre todo, desde que equipó aquélla primera vía. Alguien comprometido hasta las cachas, un imprescindible.

El parking funciona en un modelo de autogestión envidiable. El ayuntamiento, convencido por la asociación de caravanas de Asturias, apoyados por los escaladores, ha legislado para permitir el aparcamiento de caravanas. Ha construido una zona de aguas sucias y residuales, unas duchas y unos lavabos. El club ahora está acondicionando un local anexo para aquéllos que no tienen vehículo vivienda y para los días de lluvia. La limpieza corre a cargo de los que allí lo usan, un cartel explica que entre todos se debe mantener limpio. La ducha es de agua fría, como en Ceusse, sabe igual a buen ambiente.

No necesitan cuelebres, sino ideas y aportaciones voluntarias. La forma sencilla de pedirla. Los resultados a la vista están. No lo imaginaban cuando empezaron que Teverga se iba a convertir en un referente en el imaginario colectivo de todo escalador patrio, que la senda del oso iba a llenarse de caminantes con sus cuerdas camino a las paredes. Aceptan los cambios, comparten su tiempo contigo, te cuentan sus proyectos y cuando abandonas el valle vuelven a sus rutinas, sus vías, sus nuevas zonas, sus tardes tranquilas.


viernes, 4 de octubre de 2013

El misterio del grado cambiante


Explica eso del grado, es la última petición de un profano en la escalada deportiva que lee el blog. Voy entendiendo eso de los parkings, las escuelas, las prohibiciones, el turismo de repetición y otros conceptos, me escribe, pero no entiendo lo del grado.

Es uno de los aspectos que hacen que nuestro deporte tenga un tema de conversación y discusión permanente, y, lo más importante, obliga a la búsqueda del análisis, comparación y consenso de los escaladores.

Denominamos “grado” a la escala que mide la dificultad de las rutas individuales de escalada, cada nivel de dificultad creciente se le asigna un número del uno en adelante, y entre un número y otro se gradúa con un signo mas “+”, por consenso se ha adoptado este modo de graduar, que es la escala francesa, así un 7a es más fácil que un 7a+. Hay otras graduaciones, la alemana, con algo más de dureza, la americana y la de la federación internacional, pero es la francesa la que sale en las revistas y la que se adopta de forma universal.

Las vías más difíciles del mundo están cotadas en 9b y 9b+ y sólo hay dos escaladores que han conseguido esa dificultad. Hasta aquí una breve explicación del grado. El que abre o equipa una vía propone un grado de dificultad, basado en su experiencia de probar movimientos y por comparación con otras vías ya encadenadas. Los siguientes escaladores que repiten la vía confirmar el mismo o lo revisan proponiendo uno más alto o más bajo. Es un hecho subjetivo la graduación, sin embargo en la mayoría de los casos hay unanimidad en la dificultad graduada.

¿Dónde está la discusión? Te preguntarás. El motivo de discusión es que al “graduar” (hecho de medir en números la dificultad de una vía) se llega por consenso y hay supuestos en que no se se llega a tal. Es lógico tener dudas cuando se llega al grado máximo, nuestra experiencia en esa clase de movimientos, “registro gestual necesario en cada grado” suele decir Dani, es más limitada. Requiere entrenamiento, aprendizaje, probar de forma repetida niveles de fuerza y esfuerzo superiores para superar cada grado. Entonces al hacer una vía en ese nivel, que nos puede parece más dura que las anteriores del mismo, la graduamos con un nivel mayor. Aquí es donde el consenso de los escaladores entra, aquellos que tienen un nivel mayor suelen tener referencias para graduar esos niveles en el límite y corrigen las propuestas. Hay una zona gris en un número pequeño de vías que al final, normalmente por ser publicadas en guías de escuelas, están graduadas sin consenso total y pueden ser un grado y u otro, según apreciaciones subjetivas.

Por ejemplo, en la Guía de escalada de Cuenca hay más de mil vías publicadas con una propuesta de grado, y sólo en menos de un cinco por ciento se duda si puede ser distinto. Siendo subjetivo el grado no como otros deportes donde la escala es objetiva para todos, como el atletismo con sus marcas o el golf con su handicap, es de destacar que sólo en un porcentaje bajo se duda, cincuenta de mil, en el caso de Cuenca, parece asumible.

En la búsqueda de la dificultad tratamos de encadenar vías de grado cada vez más alto, es el objetivo de la mayoría de los escaladores, superar el grado anterior y escalar al máximo nivel.

Aquí es donde empieza el misterio del grado cambiante, en el tercer tiempo, el de disfrutar de las cervezas y de los amigos.

Una cerveza y se ve mejor. “Esa vía no es 8a”, frase lapidaria de un escalador a otro, normalmente el primero ya ha hecho más de uno y el otro está peleando para encadenar la vía. Connotaciones todas las que os imaginéis. Hace unos años si una chica encadenaba una vía dura (aquí en cada época ha sido un nivel superior) directamente pasaba a cuestionarse el grado y considerarla un plus (+) inferior.

Otra cerveza. “En esta escuela se regalan la vías”, comentario de un escalador para decir que las vías están mal graduadas y que es más fácil superar la máxima dificultad. Aquí puede ocurrir que recién equipadas todavía no se saben todos los posibles métodos de encadenarla que pueda hacer que se vayan ajustando a la baja las propuestas, o bien que, efectivamente están mal graduadas, por inexperiencia de los que proponen el grado, por motivos de dar publicidad a la zona, o por falta de referencias. Hay vías, que ya he explicado que denominamos “comerciales” de dificultad, más fáciles de encadenar que otras de su mismo grado. Parecen más fáciles, a veces lo son, a veces no se quiere cambiar...

Otra más y ya la discusión va que los esponsores exigen resultados y una serie de logros, reseñas en publicaciones, y se crea el mito de ciertas vías de la máxima dificultad y se cuestionan encadenamientos y escaladores. Machacas del séptimo grado me decía un veterano estas vacaciones, que van sobrados. Leer el 8a.nu es toda una experiencia para ilustrar las opiniones sobre los grados de las vías en duda.

Un equipador amigo mío dice que en muchas escuelas argumentan que el grado está más duro en la suya que en las demás.

Reunión de escaladores y discusión del grado de las vías. La sal de este oficio. Empieza la discusión del misterio del grado cambiante.