martes, 20 de octubre de 2015

El velódromo de Cuenca

Practicamos un deporte de riesgo, eso ya es conocido. No suele haber accidentes en la práctica de la escalada deportiva. Los hay y suelen ser debido a errores en el uso del material o en el seguimiento de los criterios básicos de seguridad, nudos y maniobras de descenso desde la cadena de las vías los más habituales.

Más allá de las lesiones producidas como en cualquier deporte y las de las caídas o vuelos, controlados o no, el riesgo es conocido y asumido.

Ahora nos encontramos con una nueva situación de riesgo los habituales a Cuenca, una de las escuelas más concurridas en España los fines de semana, y es la supervivencia en el carril bici que recorre las hoces.

Haré un pequeño y subjetivo análisis de los hechos.

El carril bici empieza en la ciudad, cerca de los aparcamientos y algún chiringuito en la propia hoz del Rio Júcar y va paralelo a la carretera y a las paredes hasta varios kilómetros fuera de Cuenca, no muchos ciertamente. Inicialmente tenía pintados una bici y un peatón con pintura blanca (el peatón ha sido intencionadamente borrado), el carril tiene una pintura distinta, la clásica de color verde.

Los ciclistas comparten con los turistas y demás viandantes el carril, así como una zona con los piragüistas y toda la hoz con los escaladores. Una bonita forma de compartir un paraje natural de esta bellísima ciudad, patrimonio de la humanidad.

Todo debería discurrir en armonía y en un disfrute compartido. No es así. Los fines de semana asistimos a un velódromo improvisado. Ciclistas, bien individualmente, bien en grupo, recorren el carril bici a toda velocidad, compitiendo en búsqueda de algún récord. 

Algunos incluso van gritando a los peatones para que se aparten, olvidando el uso compartido de las vías públicas y las normas de educación. Se han hecho dueños del recorrido y cual justicieros a dos ruedas imparten sentencias en forma de exabruptos poco amables.

No creo que sea el objetivo del carril bici este, ni creo que esté en las previsiones de los organismos competentes, tampoco son todos los ciclistas, generalizar es faltar a los hechos. Sí son un grupo numeroso y ruidoso el que ha convertido el carril bici en un velódromo, abandonando en esos tramos la carretera, peligrosa para ellos por las imprudencias de los conductores de coches y otros vehículos de motor.

Ha habido incidentes. Choques y atropellos. Yo asistí a un hecho lamentable de atropello a una niña de ocho años que no se apartó ante los gritos del ciclista, el padre de la criatura todavía está asustado. Otro día oí unas voces, muy lejanas a la buena educación, de un ciclista a un matrimonio septuagenario que paseaba por la hoz.

La guardia civil y la policía municipal no han intervenido en ningún momento, no es fácil asistir in situ a uno de estos momentos, por lo que no sabemos cuál será la jurisprudencia que genere su actuación.


Creo que las aguas deben volver a su cauce, y ese es de la hoz, y que habrá que acostumbrarse unos y otros a compartir las vías públicas, aunque estén coloreada de carril bici siendo a la vez el paseo por las inmediaciones de Cuenca. Los escaladores tratamos de compartir vías, escuelas, caminos, montañas, ahora también un velódromo.