Hace unos
años leí una fantástica novela que se titulaba “Sin noticas de Gurb”, de
Eduardo Mendoza, de imprescindible lectura, buena para estas vacaciones de
Semana Santa. La acción la situaba en Barcelona donde... bueno, hasta aquí
puedo contar. Mejor leer la novela.
Pensaba en
ello ayer, cuando estaba metiendo los macutos en la furgo para iniciar el
periplo por tierras catalanas, con base de operaciones en Margalef, sin duda
uno de los paraísos de la escalada deportiva mundial, gracias a muchas
circunstancias que ya he ido contando en este blog. Modelo de gestión de una
comarca impulsando una actividad de montaña que aporta riqueza en la zona,
respetando el medio ambiente.
Apuesto a
que muy pocos de nosotros situamos a la primera a Chipre en un mapa de Europa,
yo ya sí tras comprobarlo antes, pensaba que estaba mucho más cerca de Grecia
de lo que realmente está. Lo que sí sabemos es que no hay escuelas de escalada
destacables allí. Nadie va a Chipre y los chipriotas tampoco son habituales de
nuestras escuelas, no conocemos a ninguno. Son un millón cien mil más o menos
de habitantes. Vaya lío de deuda que tienen para ser tan pocos pienso yo.
Subo a
Margalef, porque desde pequeño aprendí que cuando miraba un mapa el norte está
arriba y el sur abajo, para desesperación de mi cuñado sueco que dice que
arriba es arriba y señala hacia arriba y abajo, lógico hacia abajo.
Viajamos
hacia Margalef a disfrutar de sus vías, de las nuevas y de muchas de las viejas
que no he encadenado. Proceso de aprendizaje que la escalada debe enseñar como
modo de salir de la crisis: un escalador prueba un proyecto y no se desanima
ante la dificultad, todo lo contrario, trabaja duramente para ponerse a la
altura de la exigencia, entrenamiento, preparación, visualización, estrategia de
hora y día y cuando encadena la vía alcanza el objetivo propuesto. Toda una
enseñanza de preparación y superación de las dificultades, sin importar los
fracasos, sino aprendiendo de ellos.
Compruebo que
hay un montón de vías nuevas, de todas las dificultades, en un número que sobrepasa
las cincuenta. No afecta tanto la crisis, sino todo lo contrario, cuanto peor
es más crece y se impulsa la escalada en la zona. Existe el ecosistema posible para que
equipadores de todos lados creen nuevos proyectos. Ya no se puede hablar del sector iniciación,
ahora las cifras ya tienen más consistencia. Me perderé como Gurp, estando muy
encontrado como él.
Hay distintas
formas de gestionar los territorios, eso lo hemos comprobado ya en esta crisis,
cada uno con sus formas y peculiaridades. Estoy deseando escalar con Ian, joven
y excelso escalador alemán, para que me explique por qué Alemania sigue
rescatando países con sus condiciones cuando el principal beneficiado es la
misma Alemania que es la que cobra los intereses.
Disgresiones
de mañana rumbo a Margalef sin pasar por Chipre.
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