Poca
gente sabe que el río que riega Margalef es el Montsant, afluente
del Siurana, que recorre el parque natural al que da nombre. Parece
un riachuelo en muchos de sus tramos, se convierte en pantano por el
embalse también llamado como el pueblo.
Sí es
conocido que lo recorre paralelo y que el meandro que forma da
belleza a la imagen redondeada que se ve desde la campa, ahora
convertida en parking de furgonetas y caravanas, gracias a nuestro
viejo amigo El Lechero, alcalde de Margalef. Pertenece por derecho
propio a los tipo de más interés en esta zona de escalada. Pasea
sombrero sobre su bien poblada cabeza, buenas maneras y ganas de
conversar sobre el pueblo y lo que se hace, siempre con prisas no
renuncia a su partida de cartas en Ca Vernet todas las tardes.
Allí
me lo encontré hace poco. Nos saludamos como viejos amigos. Acabó
su mano, se levantó y me preguntó “¿has visto el puente?”.
“¿Cómo no?”, le respondí. Acto seguido me contó cuáles son
las próximas mejoras para el pueblo, todas ellas enfocadas a ordenar
el continuo devenir de escaladores, cada vez más numerosos si cabe.
Volvimos
a repasar los problemas del éxito de haberse convertido en una
referencia mundial de la escalada. Ya son más los escaladores de
allende los Pirineos que los de la piel de toro. Locales son pocos en
una población con sólo una decena de escaladores censados en el
pueblo.
La
forma de elección del alcalde de Margalef es por votación directa
de los allí empadronados, el día de las elecciones cada uno elige
quién quiere que sea el alcalde. Democracia directa y legitimación
activa para un alcalde que sabe que cuenta con las seguras críticas
por lo que hace pero la certeza de haber sido elegido para ello.
El
puente acerca la zona de acampada al pueblo, ya no es necesario dar
una vuelta incómoda, que no larga, con el vehículo para tomar una
cerveza, comer, comprar en la tienda o rellenar el agua. Se cruza el
puente y andando, disfrutando de las huertas, se llega al centro del
pueblo. Un ir y volver de escaladores.
“Esto
es para facilitar las cosas”, decía sin necesidad de que me lo
explicara. Antes o después tendremos que prohibir que la gente
acampe donde quiera y que lo haga en las zonas delimitadas con los
servicios necesarios. También habrá que pagar para cubrir los
costes de la basura generada por esta población ambulante que tiene
que recoger la mancomunidad de la zona, así como el agua y el
mantenimiento.
¿Quién
se beneficia? Pregunta que escuché en el bar de algún escalador,
sugiriendo que debía ser los dueños de los negocios los que
pagasen. Yo pienso que somos los escaladores los que nos beneficiamos
de lo que se hace.
El
puente es de madera, pagado con fondos europeos. La escuela de
escalada es patrimonio de la humanidad. Su fama acarrea problemas de
gestión que hay que ir resolviendo. Ir dando pasos para un futuro
sostenible y que haga compatible la escalada con los costes que
genera el flujo de visitantes.
El
alcalde me ha confesado que ya no se presenta más a la reelección.
Tiene un proyecto que quiere dejar acabado, el próximo paso son los
baños en la zona de acampada del embalse. Ha acabado su tarea. Él
no inició la zona de escalada, eso fue Jordi Pou. Él concluirá en
primavera. Después habrá que seguir gestionando y buscando
soluciones porque lo que sí es seguro es que el ser una de las
mejores zonas del mundo conlleva problemas asociados a la
masificación. Aun cuando ahora cruzamos el puente sobre el río
Montsant y disfrutamos de la mejor vista del pueblo, antes de volver
a las paredes.
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