Lunes fiesta, viernes viaje, semana de revisar la previsión
del tiempo, veranillo de San Martín aparece con su sol y temperatura cálida. Me
asomo a la ventana, el sol calienta las paredes, más tarde habrá que buscar la
sombra.
El precio de la gasolina se mantiene estable, con cierta tendencia
a la baja, se cumplen las previsiones más optimistas, el final de la crisis
trae pequeñas alegrías para el presupuesto, el tipo de interés sigue cerca de
cero, ahora hasta cuesta encontrar a alguien ocioso entre semana para escalar,
seguimos buscándonos la vida.
Suena en la radio una canción de Amaral, “Marta, Guille y
los demás”, canturreo “son mis amigos” y
dejo vagar mi imaginación. Dónde andarán unos y otros pienso, repaso el
colectivo. Sonrío al pensar lo lejos y lo cerca que estamos, unos en escuelas
del entorno, otros allende los mares y los cielos, hay quien más allá de los
Pirineos. Todos cogiendo los trastos, mirando al reloj, dejando transcurrir la
mañana.
Se abre un nuevo puente, incansable en el cálculo, éste ya
desborda las previsiones, kilómetros, restaurantes, campings, bares, viandas,
material de montaña, a las que sumamos horas de entrenamiento, entrenadores,
rokódromos, zona azul, cervezas.
Volvemos a las paredes, a compartir, escuela, vía y pupitre
de escuela. Zona de dormir, cerveza y comida. Nos vemos allí, el lunes toca
hablar sobre la elasticidad de la oferta de las vías de escalada, hoy toca otra
cosa.
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