“¿Sigues con el blog?” resuena en mi cabeza de vez en
cuando. El interlocutor es un escalador o escaladora que hace tiempo no me ve.
Mi respuesta es siempre la misma, “ya no me lees, qué pena, así me echan de
Desnivel”. Alguno que sigue la página web dice “ya no están donde antes los
blogs”, es verdad, hay que buscarlos, siguen donde siempre, en las palabras
escritas, en el relato de los hechos no importa quién los lea.
Empecé a correr este verano, mi gurú particular no me
dejaba ni entrenar ni escalar hasta seis meses después del hechizo que me
devolvió el codo. He corrido por bosques llenos de trasgus y xanas, por playas
de cansadas gaviotas, por acantilados eternos enfrentados al mar del norte, por
pueblos milenarios recorridos por peregrinos de un Santo del fin del mundo. He
olido arces, eucaliptos, romeros, hayas, robles. He aspirado sus aromas
llenando mi cuerpo de sonidos de animales de los bosques y de las playas.
He olvidado el ruido de las escuelas, de sus guerreros,
de los gritos y los aplausos. He huido de ellas, no podía aguantar los aromas
del fanatismo, la pelea con las vías, las jornadas de sudor y pegues. No he
llamado para ver donde andaba el equipo, no he organizado los días para vagar
hacia donde algún compañero de proyecto pasase los días. No he mirado el 8a.nu,
no he preguntado por las mejores vías, no he soñado con vías este verano.
He estado fuera y he sentido la ausencia. He sufrido y
superado el duelo. Poco a poco se me fue olvidando la escalada. Me refugié en
el esfuerzo de mis carreras, de bajar los tiempos, de pelear la distancia.
Me he encontrado con amigos que ya no aprietan, que no
buscan la dificultad como objetivo vital, que han sucumbido al esfuerzo de
estar siempre al máximo, sin concesiones, que hablan de viejas batallas con la
vías, de aquellos tiempos pasados cuando eran jóvenes e inmortales.
He estado fuera y he mirado a lo que hay al otro lado.
No me ha gustado.
Me reengancho. Vuelvo al tablón. A trabajar duro entre
semana, a proyectar con mi entrenador los próximos días, vuelvo a las series
sin fin, a los “mano arriba, pie pequeño, lanza a la más alta…”, vuelvo a la
batalla, me embarco de nuevo como filibustero.
No tienen mi indulgencia los desertores, los que se
bajaron del barco pirata, los que “ya no tienen edad”, los que han dejado de
pelear.
“I am in” dicen los
ingleses.
1 comentario:
Bienvenido al barco de nuevo!!!
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