El
domingo pasado fue el último que se podía escalar en el cañón de
la izquierda de la escuela de El Fin del Mundo. A partir del uno de
febrero entra la prohibición temporal en este sector, no así en el
llamado de la ermita de la derecha, hasta el quince de junio, para
que la pareja de águilas que allí habitan puedan procrear en un
hábitat sin interferencias humanas.
La
fila de coches era interminable, el número de escaladores en esta
fiesta, sin confetti ni cohetes, de fin de temporada ingente. Se abre
un ciclo ecológico, se cierra uno de proyectos. Las huestes se
dirigen a otros muros. Todo ello sin un conflicto, la zona más o
menos limpia, el número de vías abiertas creciendo, los
encadenamientos y los no también.
“¿Cómo
hemos llegado a esto”, se preguntaba el Rey Théoden, del reino de
Rohan, antes de la batalla del abismo de Helm contra los orcos de
Sarunam, mientras se vestía para ella.
¿Cómo
hemos llegado a esto? Nos preguntábamos en el bar de Almonacid, tras
la batalla con las últimas vías de la temporada, algunos de los
que, de una manera u otra, hemos participado en la Guerra del fin del
Mundo. No en la que describe Vargas Llosa en el libro de ese título,
lectura recomendable por cierto, sino los hechos aquí descritos a lo
largo de las sucesivas escaramuzas.
La
pregunta es por qué fuimos a la guerra. Fue el cierre de la escuela
por los que decían ser sus propietarios. Elo originó un proceso de
negociación entre los escaladores, representados por la Asociación
de Escalada Sostenible de la Zona Centro, y el gerente de empresa
supuestamente titular de los terrenos, con la mediación del alcalde
de Almonacid.
Cuentan
que, tras múltiples reuniones y negociaciones sin ningún avance y
pocas ganas de que lo hubiera por la contraparte negociante, un
domingo cualquiera, un escalador se presentó en la puerta de la
urbanización explicando que se dirigía al cañón a escalar. El
guarda de turno le dijo que estaba prohibido y que si pasaba llamaría
a la Guardia Civil para denunciarlo. “Ya llamo yo” fue la
respuesta del escalador, y en ese preciso momento llamó desde su
móvil y explicó la situación, preguntando si le iban a multar. La
respuesta de la Guardia Civil fue “NO, por supuesto, pueden escalar
y no se les va a multar”, fin de la guerra, el supuesto ejército
defensor no iba a dispar, de hecho ni siquiera iba a ir.
Desde
ese momento hemos vuelto a ocupar el cañón los escaladores.
Seguimos respetando las normas, disfrutando del paraje, escalando en
una de las mejores escuelas de la zona centro. “Para este viaje no
hacen falta alforjas”, reza el refrán popular. No es el caso. Ha
sido necesario ir a la guerra.
Repasemos
los logros:
Se ha
creado la Asociación de Escalada Sostenible de la Zona Centro.
Aglutinando la fuerza de los escaladores, dotándoles de una voz ante
las instituciones, buscando soluciones a los problemas, la unión
hace la fuerza. Nació como respuesta a este problema, negándose a
la sinrazón sin más.
Conseguimos
el fin que nos proponíamos: poder escalar en el Fin del Mundo.
Mantuvimos nuestra autorregulación de no escalar mientras se
negociaba, demostramos la fuerza de un colectivo no tan desorganizado
y etéreo como desde fuera parece.
Los
Servicios Forestales han comprobado que entendemos de medio ambiente,
que nos preocupa y que actuamos de forma respetuosa. Servirá para
próximas zonas de apertura.
Hemos
creado medios formales e informales de comunicación entre el
colectivo. Nos hemos comportado de una forma organizada.
Los
bares de la zona, restaurantes y campings vuelven a sonreír ante
nuestra presencia constante los fines de semana. Beneficiados de
nuevo, impasibles antes ante el conflicto.
No
llegaron elfos al abismo a ayudar, no hubo que luchar con las armas,
no hubo batalla hasta el amanecer, no tuvo que llegar Gandalf con los
Rohirrim al alba. Bastó el uso inteligente de la negociación, de la
búsqueda de soluciones, de interlocutores legitimados y la paciencia
de todos. Ahora esperemos que la pareja de águilas pueda anidar y
tener sus retoños este invierno. Volveremos en verano a ver nuestra
escuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario