La
primera vez que pasé por el Puerto de Ventana fue hace muchos años,
demasiados, con un grupo irredento de salmantinos, camino de Quirós
y sus placas grises, para quedarnos en La Plaza, en el condado de
Teverga. Allí un grupo de irreductibles astures ocupaban la Casa
Piedad, refugio de la abuela de un en ciernes miembro del Circo del
Sol, abandonada por sus dueños, ocupada por la naturaleza salvaje de
estas montañas. Nos acogieron con hospitalidad norteña, regada con
cajas de sidra y aderezada de mitos ignotos.
Las
xanas, los trasgus y los busgosus empezaron a quedarse entre
nosotros. Llevo mucho tiempo convencido que un trasgu se vino conmigo
y que me acompaña cada vez que cambio de residencia. El mojabobos de
mi tierra hace años que lo llamo orbayu. Y una placa sin gotas de
agua ya no es una placa.
El
puerto de Marabio preside el valle desde enfrente, los hayedos, ahora
en colores que merecen una mirada tranquila al atardecer, colorean
las laderas hasta morir a pie de pared. Reino vertical de excelencia.
Había
algunas vías de una compe que se hizo a principio de los noventa, me
confesaba Raúl, una mañana soleada tomando su tercer café, incapaz
de no decir que no, cortesía desde su mirada tranquila, fruto de la
paciencia de un valle y una gente sin prisa. La primera reunión la
puso Galli en la bóveda, allá en el noventa y dos, echándole
valor, eso sí, yo fui el primero que se descolgó abriendo la
primera vía, explicaba al segundo sorbo.
Teverga,
ha crecido, se he convertido en un referente nacional de la escalada
de dificultad y de calidad. Las vías se han ido sucediendo. Las
propuestas según se equipaban pasaban a la mofa general sus no
encadenes, Circles, nació como 7b, Derecho de Pernada abrió un
muro, El malhechor ha quedado como referencia de 8a apretado. Tino,
Gallu, el Rocker, Josón completaban aquella primera gente que habitó
las bóvedas. El inexorable paso del tiempo ha llevado a cada uno
donde le han llevado sus pasos. Se han incorporado nuevos guerreros,
otras huestes que ahora siguen mejorando el legado.
Había
una campa al lado del campo de fútbol, ahora convertido en el mejor
parking, en el concepto explicado mas veces en el blog, del verano.
La escuela es una referencia constante y la amabilidad con que se
recibe a los visitantes seña de identidad. Conviven empresas de
turismo de aventura, alquiler de bicis, caminantes de la Senda del
Oso, surfistas que abandonan la playa para dormir y reponer fuerzas
en los sitios de la zona, en una zona privilegiada por su clima. No
sabéis que de vez en cuando se instala el buen tiempo en invierno y
que entre sol y orbayu se dejan escalar las paredes de entrecampos.
Esguila
la noche, veniros, comentó Raúl al acabar el café. No dijo más,
lo descubrimos ese mismo día. Encuentro de escaladores, amigos y
aficionados a ver las estrellas, convocados por el Grupo Aguja de
Sobia, nos juntamos a escalar bajo la luz de los focos, beber cerveza
y sidra y reírnos en la competición de subirse a una columna de
cajas de sidra, el truco es que el concursante las va colocando bajo
sus pies y se sube sobre la última hasta que todo se derrumba, más
de treinta subió el ganador. Éxito de un club, cuyo presidente es
el cafetero habitante de estas tierras desde siempre, y sobre todo,
desde que equipó aquélla primera vía. Alguien comprometido hasta
las cachas, un imprescindible.
El
parking funciona en un modelo de autogestión envidiable. El
ayuntamiento, convencido por la asociación de caravanas de Asturias,
apoyados por los escaladores, ha legislado para permitir el
aparcamiento de caravanas. Ha construido una zona de aguas sucias y
residuales, unas duchas y unos lavabos. El club ahora está
acondicionando un local anexo para aquéllos que no tienen vehículo
vivienda y para los días de lluvia. La limpieza corre a cargo de los
que allí lo usan, un cartel explica que entre todos se debe mantener
limpio. La ducha es de agua fría, como en Ceusse, sabe igual a buen
ambiente.
No
necesitan cuelebres, sino ideas y aportaciones voluntarias. La forma
sencilla de pedirla. Los resultados a la vista están. No lo
imaginaban cuando empezaron que Teverga se iba a convertir en un
referente en el imaginario colectivo de todo escalador patrio, que la
senda del oso iba a llenarse de caminantes con sus cuerdas camino a
las paredes. Aceptan los cambios, comparten su tiempo contigo, te
cuentan sus proyectos y cuando abandonas el valle vuelven a sus
rutinas, sus vías, sus nuevas zonas, sus tardes tranquilas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario