Pocas veces
los conceptos de economía se pueden explicar con ejemplos prácticos de sucesos
en el corto plazo. Mucho más difícil es explicar el efecto de los impuestos en
la actividad económica. Y ya raya lo inverosímil si además es con la escalada.
Ha ocurrido y os lo voy a contar, vayamos por partes.
Un impuesto
es una cantidad de dinero que hay que pagar a un organismo público por la
realización de un suceso determinado. Demasiado abstracto, lo sé. Una tasa es
un pago que se realiza por la utilización de un bien público, más concreto, no
es universal, sólo es para quien lo usa. Ambos son barreras a la actividad económica
y en nuestro caso, a la escalada.
Las razones
de los impuestos y las tasas se basan en que se usan para la financiación
pública posterior de bienes y servicios. Es su legitimación, con el dinero de
nuestros impuestos los pagamos.
Tienen
efectos secundarios, como son la menor actividad económica al aumentar su
coste, disuadir de su utilización en algunos casos (ahí las tasas), e
introducen ineficiencias en el sistema al trasladar unos costes generales a
unos pocos usuarios.
Hasta aquí la
parte de conceptos, sin mucha profundidad. Vayamos al ejemplo de la vida real
en nuestras escuelas de escalada. Hay dos casos paradigmáticos en nuestro
entorno, Rodellar y Margalef, dos de las mejores del mundo.
Situemos la
tasa en su entorno. El lechero, famoso exalcalde de Margalef, quería dejar la
alcaldía con un modelo de gestión a largo plazo de la escalada en su entorno
que contentara a paisanos, negocios y escaladores de todo el mundo. Después de inversiones
de gran calado, que aquí hemos contado y alabado, puentes, parkings,
carreteras, defensa del parque natural y un largo etcétera, tenía pendiente una
última fase: el problema de las basuras y el coste de recogerlas además del
mantenimiento del entorno.
Solución consensuada.
Se saca a subasta pública la gestión de la zona de acampada, se cobra un
importe (tasa) por aparcar y se dan unos mínimos servicios que ofrece el
adjudicatario y que también cobra por ellos. El ayuntamiento sólo cobra la
adjudicación al gestor de la zona de acampada.
Barrera de entrada en la escuela del Fin del Mundo |
Los impuestos
y tasas generan barreras a la actividad, es un mayor coste al inicial, por lo
tanto se produce un ajuste hasta que se llega al equilibrio (oferta y demanda),
para adquirir el mismo producto hay que pagar más.
Desaparecen
todos aquellos que no están dispuestos a pagar el impuesto, se produce un movimiento
hacia zonas donde no hay estas barreras de entrada. Otros no pueden asumir este
coste de manera permanente y no acuden tantas veces, de hecho tienen que
calcular cuántas veces lo pueden hacer pero no serán todas. En Margalef hay
menos escaladores en los sectores de lo que era habitual. La ineficiencia es
que la tasa o importe que se cobra por pernoctar, cuya finalidad original era
pagar basuras y servicios generales, se entiende como precio de parking. El ayuntamiento
en vez de cobrar directamente lo hace de manera indirecta, cobra un canon al
adjudicatario (en realidad un impuesto) y este último cobra un importe (en
realidad una tasa) a cada uno que acampa.
Desde luego es rebuscado el proceso y
genera incomprensión de quien paga, algo que suele ocurrir con todos los
impuestos y la costumbre española, tan perniciosa, de intentar no pagarlos.
¿Todos se
benefician con esta tasa, que se comporta como una barrera de entrada? No eso
es fácil de comprobar.
Los negocios
de la zona tienen opiniones dispares, unos tienen menos clientes y generan
menos caja, otros han aumentado o mantienen porque su público objetivo eran
escaladores que prefieren pagar y disfrutar de mejores servicios, como cuando
vamos a Red River en EE.UU.
El alcalde ha
cumplido. No hay sobrecostes. No hay basuras. No hay prohibiciones en el parque
natural. No se duerme fuera de las zonas señaladas (sonrisa maliciosa). No hay
masificación en la zona de escalada, más bien lo contrario.
Este efecto
es temporal. Ya lo anticipo. Una vez descontada la carga impositiva, que de
entrada hace disminuir el número de escaladores, esta se traslada al precio
mínimo asumible que todos calculamos, y volvemos al comportamiento inicial. Trasladamos
al futuro la situación. Volverán los escaladores y no habrá dinero para la
basura y mantener la zona. La solución ya no será la de subir impuestos o la
tasa por pernoctar. Se divisan nubes de tormenta, ya que las siguientes
propuestas pasan por prohibiciones y esas son de escaladores o de zonas de
escalada.
El próximo
alcalde tendrá que pensar en qué barreras poner.
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