miércoles, 18 de abril de 2018

¿Cuánto cuesta cagar en el monte?

La de veces que ocurre en el monte. Ante la llamada de la naturaleza, y sin cuarto de baño cerca, no los hay, uno tiene que aplicarse en desahogarse y no dejar rastro. Nada que decir. El problema es que, no será porque no sepamos que nos va a pasar, no esté preparado para ello el escalador, ciclista, runner, rutero o cualquier miembro de las tribus que salimos al monte.

Hay zonas que son un auténtico estercolero, lleno de restos de papel higiénico, piedras que mal esconden debajo cacas varias. Trozos de papel higiénico, desperdigados detrás de arbustos y malezas. No hay disculpa ante esta situación, ni indulgencia ante estos comportamientos.

Hay un consenso sobre cuál debe ser la actuación en estos casos. Uno se aleja de una zona frecuentada, cava un hoyo de al menos quince centímetros de profundidad, deposita allí sus excrementos, se limpia con un papel higiénico, tapa el agujero con la tierra reservada de cavar el mismo y se lleva el papel usado, lo guarda en una bolsa de basura y se lo lleva con los desperdicios para arrojarlo a un contenedor de orgánicos.

Esto es innegociable. Ya no hay que permitir que cualquiera que diga que se va al baño, lo haga sin llevar la pala y la bolsa de desperdicios. Todavía hay quien va y se aleja del grupo con sólo un rollo de papel higiénico y la excusa en la boca de que lo deja bien enterrado. A ver si nos enteramos, el papel no se entierra, se recoge y no se deja en el monte.

Sigamos con la situación y analicemos cuánto cuesta cagar en el monte. Vamos a calcular cuál es el coste de tener el material necesario en la mochila:

a)    Pala para hacer el agujero: un máximo de 10 euros. Disponible en cualquier tienda, almacén o incluso que te le lleven a casa los drones de Amazon.
b)    Paquete de Kleenex: en los semáforos es un euro el paquete, en la tienda un euro por un paquete de diez o doce, según oferta, con diez kleenex cada uno.
c)    Bolsa de recoger los desperdicios: de las que venden para recoger las cacas de los perros. Las venden en cualquier tienda o en los chinos. Vale más o menos un euro la bolsa con tres paquetes con diez bolsas cada uno.

Si sumamos las tres cantidades de los tres productos son 12 euros.
La pala es para siempre, los kleenex son 120 papeles, que si usas una media de dos o tres cada vez resultan entre 30 y 50 veces que puedes ir al baño. Hay treinta bolsas de plástico, asumamos, por tanto que se va 30 veces. Si dividimos los 12 euros entre las treinta veces que vamos al baño da el resultado de 40 céntimos cada vez.

Sigamos suponiendo. Cuando se acaben las bolsas y los kleenex vuelves a comprar un pack de ambos. Te gastas la considerable suma de dos euros. La pala, si no la has perdido, algún desastre hay por la vida, la mantienes en tu mochila de ataque. Eso implica que dos euros entre treinta, móvil en mano, dan 7 céntimos redondeando. No llega a una de esas monedas que ya ni los milenials usan, no ya los noruegos que no usan ni las de euro.
La siguiente vez es igual a la anterior. Llegamos, por tanto, a la conclusión que, tras una inversión inicial de diez euros de la pala, cuesta 7 céntimos cagar en el monte sin dejar ni un resto de nuestra presencia. En un fin de semana 14 céntimos si da la casualidad que cada día nos escondemos detrás de los arbustos.

De verdad que no se entiende que el monte parezca una letrina infecta.

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