lunes, 7 de enero de 2013

Queridos Reyes Magos


Ya que Cospedal todavía no me ha contestado os cuento, mientras tanto, la carta a sus Majestades que escribí con el mismo resultado que la anterior. No la hice a Papá Noel, no recurrí al Tomten (que es como le conocen en Suecia) de mi familia londinense, por fiarme de mis magos de oriente, así que vale para este año nuevo.

Les he reconocido que no he sido todo lo bueno que querían mis padres cuando era niño, les he explicado los motivos, hechos que aquí no importan en términos económicos y más allá de las peticiones genéricas de paz en el mundo, que se acabe la crisis y que todo el mundo encuentre trabajo, están las que importan a efectos de la escalada.

Quiero un acuerdo con las administraciones para el reconocimiento de las zonas de escalada como espacios de ocio y de tiempo libre.

También quiero unas grandes asociaciones de escaladores que sepan defender e impulsar la escalada y los lugares donde se practica, esto implica un carnet para cada escalador.

Además quiero un debate abierto permanente sobre dónde podemos escalar y dónde no, que nos sirva para vertebrar el discurso ante terceros y evitar las prohibiciones.

No os olvidéis de traer un montón de chapas y reuniones para los equipadores, los que generan zonas de escalada, crean espacios de lucha y encadenes. Aquéllos que pasan tantas horas equipando como escalando.

Por supuesto dejad una pala para que todos la usemos para “Cagar en el monte” como debe ser y que no dejemos todo hecho un vertedero. Si viene acompañado con un poco de conciencia de situación ya ni os cuento.

Ah, y por último y si el presupuesto que me tenéis reservado lo permite quiero nuevos párquines donde dormir y descansar en las zonas de escalada. Ya discutiremos sobre cuánto cuesta y quién paga.

Mi padre decía que pidiera pocas cosas y así tendría alguna segura; aquí me planté.

Luego me senté en la Peña del Reloj, placa Pedricera de obligada visita, y viendo atardecer pensé en los otros deseos, pero esos, os los iré contando: los atardeceres esperando a las fuerzas para el último pegue, las noches de frío y estrellas, las cervezas de los encadenes, las charlas en la furgo, los kilómetros al volante con las yemas reventadas y el sueño acechando.

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