jueves, 27 de noviembre de 2014

El puente sobre el río Montsant

Poca gente sabe que el río que riega Margalef es el Montsant, afluente del Siurana, que recorre el parque natural al que da nombre. Parece un riachuelo en muchos de sus tramos, se convierte en pantano por el embalse también llamado como el pueblo.

Sí es conocido que lo recorre paralelo y que el meandro que forma da belleza a la imagen redondeada que se ve desde la campa, ahora convertida en parking de furgonetas y caravanas, gracias a nuestro viejo amigo El Lechero, alcalde de Margalef. Pertenece por derecho propio a los tipo de más interés en esta zona de escalada. Pasea sombrero sobre su bien poblada cabeza, buenas maneras y ganas de conversar sobre el pueblo y lo que se hace, siempre con prisas no renuncia a su partida de cartas en Ca Vernet todas las tardes.

Allí me lo encontré hace poco. Nos saludamos como viejos amigos. Acabó su mano, se levantó y me preguntó “¿has visto el puente?”. “¿Cómo no?”, le respondí. Acto seguido me contó cuáles son las próximas mejoras para el pueblo, todas ellas enfocadas a ordenar el continuo devenir de escaladores, cada vez más numerosos si cabe.

Volvimos a repasar los problemas del éxito de haberse convertido en una referencia mundial de la escalada. Ya son más los escaladores de allende los Pirineos que los de la piel de toro. Locales son pocos en una población con sólo una decena de escaladores censados en el pueblo.

La forma de elección del alcalde de Margalef es por votación directa de los allí empadronados, el día de las elecciones cada uno elige quién quiere que sea el alcalde. Democracia directa y legitimación activa para un alcalde que sabe que cuenta con las seguras críticas por lo que hace pero la certeza de haber sido elegido para ello.

El puente acerca la zona de acampada al pueblo, ya no es necesario dar una vuelta incómoda, que no larga, con el vehículo para tomar una cerveza, comer, comprar en la tienda o rellenar el agua. Se cruza el puente y andando, disfrutando de las huertas, se llega al centro del pueblo. Un ir y volver de escaladores.

Esto es para facilitar las cosas”, decía sin necesidad de que me lo explicara. Antes o después tendremos que prohibir que la gente acampe donde quiera y que lo haga en las zonas delimitadas con los servicios necesarios. También habrá que pagar para cubrir los costes de la basura generada por esta población ambulante que tiene que recoger la mancomunidad de la zona, así como el agua y el mantenimiento.

¿Quién se beneficia? Pregunta que escuché en el bar de algún escalador, sugiriendo que debía ser los dueños de los negocios los que pagasen. Yo pienso que somos los escaladores los que nos beneficiamos de lo que se hace.
El puente es de madera, pagado con fondos europeos. La escuela de escalada es patrimonio de la humanidad. Su fama acarrea problemas de gestión que hay que ir resolviendo. Ir dando pasos para un futuro sostenible y que haga compatible la escalada con los costes que genera el flujo de visitantes.

El alcalde me ha confesado que ya no se presenta más a la reelección. Tiene un proyecto que quiere dejar acabado, el próximo paso son los baños en la zona de acampada del embalse. Ha acabado su tarea. Él no inició la zona de escalada, eso fue Jordi Pou. Él concluirá en primavera. Después habrá que seguir gestionando y buscando soluciones porque lo que sí es seguro es que el ser una de las mejores zonas del mundo conlleva problemas asociados a la masificación. Aun cuando ahora cruzamos el puente sobre el río Montsant y disfrutamos de la mejor vista del pueblo, antes de volver a las paredes.

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