lunes, 25 de abril de 2016

La competencia y los costes transaccionales: el Síndrome de Gulliver

Lecciones de economía y escalada: Tema 3

Encadenadas las vías comerciales, probadas las de mayor calidad, comprobado lo que nos va a costar y el tiempo a invertir en los proyectos nos encontramos ante lo que un profesor mío en la USAL (antes decíamos Universidad de Salamanca y sonaba mucho mejor que este acrónimo de ahora) denominaba macroputada keynesiana. 

A pie de vía te encuentras escaladores de todo el mundo, millennials, veteranos de guerra, locales, coleccionistas, que además de provocar un embotellamiento permanente, de cuyos efectos tengo otra lección preparada, también compartes información. Esta es una de las características del mercado y es que la información es conocida y compartida por sus integrantes. La conversación habitual es sobre la vía, sus movimientos, opciones y por supuesto sobre la elasticidad de su grado, vamos que si es comercial como vimos en la lección 1, aderezada con unas cuantas comparaciones con vías similares en otros lugares.

Surge en ese momento el Síndrome de Gulliver, el síndrome del viajero impenitente en la búsqueda de aquello que anhela. Buscamos conseguir vías increíbles con la elasticidad justa para nuestro éxito en un tiempo razonable. La cuadratura del círculo.

Hay vías para gigantes, para enanos, para ciudades volantes, y así un largo caminar. El grado el mismo, nuestro codiciado 8a elástico, el lugar lejos de casa, en una escuela de la que hemos oído hablar en leyendas, o en las realizaciones del 8a.nu.

Calculemos aquí una nueva variable para productos iguales y es la de los costes de tiempo y recursos en viajar a obtener esa vía. Sí, es la que buscamos, necesitamos tiempo y dinero para gastar en gasolina y en medios para viajar y estar en la escuela donde esté esa vía. Por tanto el coste de la obtención de la misma, aun teniendo el mismo grado (precio) es mayor, ya que hay que sumar esto a lo anterior.

Gulliver tiene unos costes que vamos a denominar transaccionales, para obtener la vía de un grado similar a los que tiene en su escuela de la que es local.

Existe una competencia tácita entre vías del mismo grado en distintas escuelas. Grado igual, coste distinto al incurrir en gastos de transporte y estancia, además de tiempo dedicado. Así funciona la competencia cuando no hay más barreras que los costes de transporte y tiempo.

Gulliver seguirá buscando vías en sus viajes, visitando escuelas y gentes, ciudades con costumbres disparatadas a los ojos de un viajero. Vamos como lo que nos ocurre cuando estiramos la elasticidad de nuestros sueños.

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